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Los supuestos premiados no fueron identificados, pero resultó muy revelador que Washington supiera, en teoría, los nombres de quienes recibirían el galardón. Y que los conociera con antelación como para que la Agencia para la Cooperación Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) asignara 250 mil dólares para la pachanga. Ya había impresas cien mil camisetas con la efigie de tan egregios personeros de la paz, enmarcados por las banderas de Estados Unidos, y de Cuba, mientras al pie de los retratos la frase: Para Cuba llegó la hora. El reconocimiento se fue a otras tierras ante el desencanto de quienes vaticinaban un escandalosísimo apoyo mundial a los disidentes, uno de ellos se supone que Guillermo Fariñas, huelguista de alimentos tras la muerte de Orlando Zapata, otro desafecto en huelga de hambre. Yoani Sánchez, creadora de un blog con comentarios y análisis críticos contra el gobierno de los hermanos Fidel y Raúl Castro, sería la otra recipiendaria del Premio Nobel. Para el festejo luego de conocerse el premio, se habían convocado, hay quien asegura que invitado, a medio centenar de periodistas los que, por si acaso, solicitaron las visas respectivas. Pero ese fue el primer aviso para los cubanos de que algo se estaba cocinando en su territorio. A los órganos de seguridad no les llevó demasiado tiempo informarse de la fiesta y sus asistentes. Dejaron que todo transcurriera como si lo ignoraran, pero simultáneamente cabildeaban ante el comité del Premio Nobel de la Paz, para que impidieran una politización tan burda de la presea. Se detuvo una maniobra en la que si no la Casa Blanca, los órganos de inteligencia, especialmente la Agencia Central de Inteligencia (CIA), ajonjolí de todos los males atribuidos y atribuibles a gobiernos no gratos para el país del norte, habían tomado activa participación. Aunque los grandes periódicos de Estados Unidos estaban en la jugada, ninguno se preocupó en aclarar lo que estaba sucediendo. Igual que silenciaron la aprobación de un fondo especial de 62 millones de dólares para apoyo de grupos o individuos disidentes. La tajada del león de los fondos de Washington para desestabilizar al gobierno cubano, se la lleva Radio Martí, cuya fuente de transmisión se encuentra en un avión que sobrevuela permanentemente zonas cercanas a la isla en lo que, protesta La Habana, es una franca violación de los convenios internacionales sobre telecomunicaciones. También desde allí lanza sus señales TV Martí. La disidencia, afirma una denuncia del gobierno de Castro ante varias instancias de justicia internacional, recibe 20 millones de dólares usando empresas sitas en Florida. La lista de beneficiarios incluye sectas religiosas, imaginarios micropartidos políticos, organizaciones defensoras de derechos diversos y hasta instituciones de protección infantil, siempre y cuando no sean oficiales. También están las Damas de Blanco, cuya principal dirigente, Berta Soler, fue acusada por sus correligionarias de desfalcar al grupo 20 mil dólares recibidos de Miami por intercesión de la USAID. Otros conductos. Desde 1990 Washington invirtió 150 millones de dólares, pero con un plus de 45 millones de dólares al conocerse la enfermedad de Fidel Castro en 2006. El Departamento de Estado, explica así esas ayudas: “Los esfuerzos combinados de los programas de gobierno de Estados Unidos han contribuido a elevar el perfil internacional de activistas de la sociedad civil, especialmente de los bloggers y los periodistas… Estamos tratando de colaborar con la más amplia franja de la sociedad civil cubana, incluidos los grupos con los que no se ha funcionado en el pasado. Hemos entrenado a cientos de periodistas cuyo trabajo ha aparecido en las principales agencias de noticias internacionales”. O sea, asalariados por entes oficiales estadunidenses, entrenados y patrocinados para publicar en agencias internacionales, esos son los héroes de la disidencia. |
LOS HÉROES ESTÁN FINANCIADOS
" Quien se levanta hoy con cuba, se levanta para todos los tiempos "
Jose Marti
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